ABUSO SEXUAL INFANTIL

EL ABUSO SEXUAL INFANTIL (ASI)
     
El abuso sexual infantil es una problemática que en las últimas décadas ha recibido una gran atención por parte de nuestra sociedad y de la comunidad científica. Sin embargo, el abuso sexual infantil ha existido siempre. Aún hoy en día se considera que sólo es detectada una pequeña parte de los casos de los menores que han sido abusados sexualmente.  Se ha de entender que se trata de un delito oculto, que se mantiene en secreto. Nuestra sociedad tiene ciertas reticencias a hablar de una lacra que permanece oculta en muchos casos.
Los estudios internacionales y nacionales muestran que alrededor del 24% de las mujeres y el 20% de los hombres han sufrido algún tipo de abuso sexual en su infancia, siendo que, en un alto porcentaje estas experiencias han tenido lugar en más de una ocasión. Produciendo alteraciones psicológicas en los menores víctimas que pueden aparecer a corto o largo plazo. Se considera el abuso sexual a menores como la utilización y/o explotación de un menor con el fin de obtener una gratificación sexual por parte de un adulto. Esta puede producirse con contacto físico o sin él y puede realizarse mediante el engaño, sobornos, coacciones,  amenazas y violencia. Se presenta en muchas ocasiones en un contexto de relación afectiva, en el cual el perpetrador manipula emocionalmente al menor, preparándolo para el abuso y así ganarse de forma gradual la confianza del niño o la niña. El abuso sexual es realizado mayoritariamente por varones pero también existe una cifra de mujeres que abusan sexualmente. Los abusadores son personas totalmente normalizadas e integradas en la sociedad y no presentan alteraciones psicológicas. Mayoritariamente ocurren en el contexto familiar pero también tienen lugar fuera de él. Pasa en cualquier familia, independientemente de su condición social, económica o cultural.
Se consideran consecuencias a corto plazo aquellas que aparecen en los dos primeros años de ocurrir el abuso, y estas pueden ser múltiples y su aparición está en función de diversas variables (edad del menor, las características personales, el vinculo con el perpetrador, el tipo de abuso, la estrategia utilizada por el abusador, la utilización de engaño, regalos o amenazas...etc). No todos los niños presentan consecuencias psicológicas y estas pueden ser el miedo, la vergüenza, agresividad, culpa, problemas de sueño, ansiedad, depresión, baja autoestima y un largo etc. Siempre se produce una interferencia en el desarrollo psicosexual y afectivo, ya que viven una experiencia que no les toca vivir en ese momento, dándoles un modelo de relación asimétrico y viciado.
Como consecuencias a largo plazo se consideran aquellas que aparecen después de los dos años de haber sufrido el abuso. Estas son menos frecuentes en su aparición pero suelen ser más graves. El concepto de uno mismo y la reinterpretación como adultos que se realiza de la experiencia, el significado que se da a esa vivencia y la estrategia de afrontamiento utilizada para elaborarlo, es lo que puede contribuir a la aparición de problemas psicológicos en las etapas evolutivas posteriores a la experiencia. A lo largo de la experiencia trabajando con víctimas de abuso sexual, lo que solemos encontrar es una sensación difusa y generalizada de malestar, con estado de ánimo bajo y fluctuante que les impide sentir satisfacción en su vida, se sienten marcados, diferentes y en muchos casos presentan problemas en las relaciones sexuales, entre otras muchas posibles consecuencias.
La intervención temprana con estos menores e incluso la prevención es la estrategia para protegerlos, peor a veces es el adulto quien necesita ayuda y elaborar adecuadamente esa experiencia.